domingo, 28 de septiembre de 2008

Cultura Minera

Ayer tuve la oportunidad de realizar una visita a la mina subterránea de la División Ándina de Codelco. Y me hizo reflexionar acerca de lo poco que sé, y me atrevo a generalizar y decir “sabemos”, sobre la minería en Chile, pero particularmente, de lo que significa ser minero, trabajar en una mina y estar inserto en la cultura minera.


A pesar que de mi abuelo trabajó en la minería, que mi abuela trabajó en la pulpería y que mi madre nació en Chuqui (ciudad que ya no existe, como tal), nunca me interesé en conocer mucho más allá de las historias y anécdotas que contaba mi abuelo sobre la mina. Historias llenas de misterios, de fantasmas, de rituales y supersticiones, de esfuerzo, de soledad, de cansancio…pero también de mucho orgullo. Esa cultura minera, en la cual los que ahí trabajan se llaman “viejos”, “viejito” entre sí, donde se habla de ir a “choquear”, donde les ha costado aceptar que hoy también trabajen ahí mujeres.


Tuve la oportunidad de estar en la mina subterránea de la División Ándina de Codelco, a unos 3.200 metros de altura, y a pesar de sólo estar ahí unas pocas horas y de conversar con algunos de los operadores y otras personas que trabajan ahí, es igualmente impresionante. Difícil la pega del minero, complicado lo de la silicosis (que a pesar de todos los esfuerzos de Codelco y otras mineras por luchar contra la contaminación, es una amenaza real y actual), triste no ver el sol o luz natural en todo el día, compleja la situación familiar por las jornadas de trabajo.


Reflexiono y pienso en los mineros de Lota, en las salitreras, en las familias de los mineros, en las ciudades que no existen, en que solo hace poco los Diputados instituyeron el Día del Minero en Chile, y pienso en mi abuelo y los familiares que tengo en el norte que aún están vinculados a la minería…y agradezco la oportunidad de haber estado en la mina subterránea (a pesar de mi cuasi claustrofobia e intenso dolor de cabeza) y me siento feliz de que alguien se refirió a mi como una “viejita” y agradecida por la amabilidad del minero.

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